También conocido como disfasia del desarrollo o retraso en el lenguaje, se trata de un trastorno que afecta a la comunicación, influyendo negativamente en el desarrollo óptimo de las habilidades lingüísticas de los más pequeños, sin presencia de hipoacusias o discapacidad intelectual. No solo afecta en el habla, sino también, en la capacidad de escucha y en la lectoescritura (NIH, 2019).
Respecto a su origen, éste es desconocido, aunque se sugiere la posibilidad de ser genético, debido a que un gran porcentaje de los casos cuentan con, al menos, un familiar con TEL. Asimismo, habría que descartar que se deba por aprender más de un idioma a la vez.
Por otro lado, sus síntomas, durante la infancia, se corresponden con (NIH, 2019, y Vilameá Pérez, 2014):
- Dificultad en la formación de frases y oraciones, ya que necesitan más tiempo para agrupar palabras.
- Presencia de dislalias.
- Dificultad en el aprendizaje del léxico.
- Dificultad en la comprensión de órdenes sencillas.
- Presencia de errores gramaticales.
En el caso de niños de mayor edad y de adultos, encontramos otras características(NIH, 2019):
- Uso reducido de oraciones complejas.
- Problemas en el momento de buscar las palabras correctas.
- Comprensión limitada del lenguaje figurado.
- Desorganización en la expresión oral y escrita.
- Errores gramaticales, así como ortográficos.
Todo ello conlleva tanto a dificultades en el aprendizaje como a dificultades sociales, debido a la dificultad para entablar conversaciones, provocando problemas conductuales. Esto también limita su integración en el juego con sus iguales, por lo que optan por el juego en solitario (Vilameá Pérez, 2014).
Igualmente, nos encontramos con otras consecuencias, en la infancia, como son problemas atencionales e impulsividad, torpeza motora tanto fina como gruesa, falta de equilibrio, aprendizaje corporal erróneo, inmadurez, orientación temporal inadecuada, memoria, etc. Esto provocará una baja autoestima y problemas emocionales (Vilameá Pérez, 2014).
Respecto a sus tratamientos, deberán realizarse desde distintos ambientes y con distintos profesionales (ASHA, 2014):
- Ámbito familiar: continuar con las pautas acordadas con el terapéuta desde el hogar, fomentando su estimulación.
- Ámbito educativo: adaptación del entorno favoreciendo su proceso de enseñanza-aprendizaje, como son los recursos visuales, instrucciones claras y concisas, etc.
- Intervención logopédica: estimulación de las habilidades del lenguaje (articulación, comprensión, expresión, escritura, etc.).
- Intervención psicológica: donde trabajen las emociones y las dificultades sociales, entre otras.
Referencias bibliográficas:
American Speech-Language-Hearing Association [ASHA]. (2014). Evidence-Based Practice in Communication Disorders.
National Institute on Deafness and Other Communication Disorders [NIH]. (2019). El trastorno específico del lenguaje. Voz, habla y lenguaje, (11-7751), 1-4.
Vilameá Pérez, M. (2014). Trastorno específico del lenguaje. Guía para la intervención en el ámbito educativo. Asociación TEL Galicia.