Día mundial de la concienciación sobre el Autismo (02/04)

En el año 1911, Bleuler publica la Dementia praecox oder Gruppe der Schizophrenien, donde presenta el término “autismo”, cuya etimología surge del griego, en el que “autos” significa “sí mismo” (Garrabé, 2012). Asimismo, redacta la siguiente definición:

Una lesión particular y completamente característica es la que concierne a la relación de la vida interior con el mundo exterior. La vida interior adquiere una predominancia morbosa (autismo)… El autismo es análogo a lo que Freud llama autoerotismo. Pero para Freud, erotismo y libido tienen una significación mucho más extensiva que para las otras escuelas. El autismo expresa el lado positivo de lo que Janet nombra negativamente pérdida del sentido de la realidad… El sentido de la realidad no está totalmente ausente en el esquizofrénico. Sólo le falta para ciertas cosas que están en contradicción con sus complejos. (Garrabé, 2012, p. 257) 

Con el paso de los años, su definición fue evolucionando pasando por diversidad de definiciones, hipótesis y teorías, alejándose cada vez más de su comparativa con la esquizofrenia. Entre estas nos encontramos con el “autismo regresivo” de Lauretta Bender, el “trastorno autista del contacto afectivo” de Leo Kanner, las “madres nevera” de Bettelheim y la “culpabilidad paterna” (Delgado Serna y Arias Gallegos, 2021; Nazeer et al., 2019, citados en Roig-Vila y Urrea-Solano, 2020; y Roig-Vila y Urrea-Solano, 2020). Posteriormente, surge la “triada autista” de Wing y Gould, en el año 1979, la cual hace referencia a la combinación entre las alteraciones comunicativas, las dificultades sociales y la limitada capacidad imaginativa (Roig-Vila y Urrea-Solano, 2020). A esto, otros autores incluyen conductas propias de deterioros en la Teoría de la Mente, en la integración de la información y en las funciones ejecutivas  (Damasio y Maurer, 1978, Baron-Cohen et al., 1985, y Frith, 1989, citados en Roig-Vila y Urrea-Solano, 2020).

Finalmente, del DSM-5 (American Psychiatric Association, 2014, y Roig-Vila y Urrea-Solano, 2020) se eliminan todos los trastornos situados dentro de los “Trastornos Generalizados del Desarrollo”, los cuales eran: trastorno autista, el trastorno de Asperger, el trastorno de Rett, el autismo atípico, el trastorno desintegrativo infantil y el trastorno generalizado del desarrollo no especificado. Y, por consiguiente, se crea una nueva categoría, “Trastorno del espectro del autismo”, dentro de los trastornos del desarrollo neurológico. Por lo tanto, todos los trastornos de las ediciones anteriores del DSM son englobadas bajo esta nueva clasificación. 

Asimismo, en los criterios diagnósticos del DSM-5 (American Psychiatric Association, 2014) encontramos los siguientes criterios diagnósticos.

Por un lado, las alteraciones en la comunicación y en las interacciones sociales:

  • Limitaciones en la reciprocidad socioemocional. 
  • Escasas habilidades en la comunicación no verbal. 
  • Alteraciones tanto en el desarrollo como en la comprensión de las conversaciones.

Por otro lado, existen patrones restrictivos y repetitivos de conductas, intereses o actividades, siendo necesario observarse, mínimo, dos de los siguientes aspectos:

  • Comportamientos estereotipados o repetitivos, relacionados con el habla, con movimientos o con objetos. 
  • Rigidez por la monotonía, las rutinas o en patrones conductuales ritualizados. 
  • Intereses limitados y fijos, siendo anormales en la intensidad o en el foco de interés.
  • Hiperreactividad o hiporeactividad ante estímulos sensoriales. 

 Igualmente, encontramos otros criterios diagnósticos siendo:

  • La sintomatología comienza en las primeras etapas del desarrollo e irán apareciendo a medida que las demandas sociales superen sus capacidades. 
  • La sintomatología provoca un deterioro clínico significativo en contextos sociales, laborales, etc. 
  • No se explica por la presencia de discapacidad intelectual, por un trastorno del desarrollo cognitivo o por un retraso global del desarrollo. Aunque puede darse una comorbilidad entre estos.

Cabe destacar que se ha clasificado el TEA en tres niveles según su gravedad: 

  • Grado 1: “necesita ayuda”. 
  • Grado 2: “necesita ayuda notable”.
  • Grado 3: “necesita ayuda muy notable”.

Finalmente, si queréis profundizar en los criterios diagnósticos del TEA, os adjuntamos el siguiente enlace, donde encontrareis el TEA en la página 28 del documento:

American Psychiatric Association. (2014). Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM-5. https://www.eafit.edu.co/ninos/reddelaspreguntas/Documents/dsm-v-guia-consulta-manual-diagnostico-estadistico-trastornos-mentales.pdf 

Referencias bibliográficas

American Psychiatric Association. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5), 5ª Edición. Editorial Médica Panamericana.

Delgado Serna, E.N., y Arias Gallegos, W.L. (2021). Estilos de crianza en niños con trastorno del espectro autista (tea) que presentan conductas disruptivas: estudio de casos durante la pandemia del covid-19. Cuadernos de Neuropsicología, 1(15), 199-228.

Garrabé, J. (2012). El autismo. Historia y clasificaciones. Salud Mental, 35(3), 257-261.

Roig-Vila, R., y Urrea-Solano, M.E. (2020). La atención temprana en el trastorno del espectro autista: estado de la cuestión y desafíos pendientes. Edetania. Estudios y Propuestas Socioeducativos, 58, 133-155. https://doi.org/10.46583/edetania_2020.58.508

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